El Forjista
Nota aparecida en el diario Pagina 12 el 21 de diciembre de 2012
Referente de una época brillante del tango, en los últimos años había vivido una notable reaparición pública. Tangos, milongas y valses forjaron su repertorio, que le hizo ganar el mote de “la Gardel con polleras”. Fue amiga de Evita y pagó por eso.
Ayer, a los 102 años, falleció Nelly Omar, la última cantora nacional, “la Gardel con polleras”, según el mote que le colgaron cuando recién inició su carrera, la que años después se plantó y dijo: “Yo soy Malena”. En forma y activa hasta el final de sus días, Omar se dio el gusto de festejar su cumpleaños número cien cantando, en uno de los tantos Luna Park repletos que dio a lo largo de sus últimos años, cuando vivió una suerte de reaparición pública. Su figura fue la de la última sobreviviente de una época dorada de cancionistas como Tita Merello, Azucena Maizani o Libertad Lamarque. En comparación, su carrera tuvo al menos dos singularidades: la de haber pasado un largo período de ostracismo, prohibida y relegada por su adhesión al peronismo, y la de haber regresado con una voz sorprendentemente plena, como lo atestigua su disco La criolla, grabado en 2007, en el que rinde honor a la tradición del tango con guitarras.
Nelly Omar había nacido el 10 de septiembre de 1911 como Nilda Elvira Vattuone en la localidad bonaerense de Bonifacio, aunque fue inscripta y criada en Guaminí. Allí vivió hasta los 11 años, y allí, contó en una nota a Página/12, conoció a Gardel, o mejor dicho, lo espió: “Mi papá era muy amigo de Gardel –recordaba–. En 1918, él vino a mi casa de Guaminí, donde vivíamos. Mi papá, como buen gringo chapado a la antigua, no nos permitía a los chicos tratar con los hombres grandes, ¡y menos con los artistas! Pero yo, a través de la persiana, lo espié. Ahí lo vi, un hombre gordito, con el peinado al medio, con unas onditas, también estaba Razzano. Hasta que murió, mi padre tuvo una amistad con Gardel, le llevaba los discos a casa”. De esos discos que el mismo Gardel llevaba a su casa, contaba Omar que aprendió, siendo una niña, a cantar y a amar el tango, escuchándolos una y otra vez.
Tenía once años cuando murió su padre, y toda su familia –madre viuda, diez hermanos– se trasladó a Buenos Aires. Enseguida empezó a trabajar en una fábrica de medias, para aportar al hogar. Fue cuestión de pocos años para que aparecieran las primeras pequeñas presentaciones mostrando sus dotes como cantora, y a los 17 años tuvo su oportunidad en Radio Splendid. Durante algún tiempo mantuvo un dúo con su hermana Nélida, a quien le “robó” el sobrenombre. Pero enseguida apareció el brillo propio y los títulos como el de “Gardel con polleras”, que era lo que le gritaba el público en una de sus primeras presentaciones en un cine de Valentín Alsina. “La voz dramática del tango” se la llamó más tarde. “La voz diferente” la bautizó el guionista, actor y director Enrique De Rosas, cuando cantaba en Radio Belgrano. Hasta que, trabajando en esa radio, conoció a Homero Manzi, con quien inició un romance prohibido y extendido en el tiempo. Desde entonces, para siempre, fue Malena, la del tango.
Malena
“Yo estuve casada, pero mi matrimonio fue un fracaso, duró un suspiro, sólo convivimos un año”, contaba Omar sin vueltas sobre su historia amorosa, para enseguida pasar a nombrar, generalmente criticándolo con ironía, a Homero. Homero era Manzi y Nelly Omar no lo aceptó públicamente jamás, pero fue el gran amor de su vida. “Fue una cosa de parte de él, no mía”, dijo por ejemplo en una entrevista con este diario. “A mí me simpatizaba, era un hombre talentoso, valía la pena tener una charla con él. Pero yo no lo amaba, él me amaba a mí, estaba enamorado locamente. Tanto que lo conocí en el año ’37 y empezamos a estar juntos en el ’44. Me persiguió todos esos años. Me mandaba regalos, regalos, regalos. Una vez hasta se me apareció con una valija llena de oro, joyas, piedras, de todo. Me dio tanta bronca que le dije: ‘¿Te creés que me vas a comprar con eso? Lleváselo a tu mujer, que le aproveche, dejame en paz’.” Entre cientos de idas y venidas de la pareja, Homero Manzi nunca se separó de su esposa. De algún modo, siguió junto a Nelly Omar hasta el momento de su muerte, cuando, ya enfermo de cáncer, mandó a llamarla para que lo acompañara en sus últimos días en el hospital.
Aunque durante años fue sólo una suposición, “Malena”, una de las obras más célebres de Manzi, con música de Lucio Demare, fue escrita a partir de su recuerdo, y la misma Nelly Omar lo fue admitiendo públicamente con el paso de los años. Según reconstruye Horacio Salas en su biografía sobre Manzi, en realidad el poeta habría escuchado a una cancionista llamada Malena, en un lugar geográfico que no queda claro del todo, que le habría hecho acordar a Nelly Omar. “En los años que estuvimos juntos, debido a nuestra situación, tuvimos muchos desencuentros, no voy a negarlo, y cada vez que estábamos separados, él me escribía tangos, que era su manera de comunicarse, de decirme que me extrañaba”, contaba la cantante en una entrevista que le hizo Salas para ese libro. “Me escribió muchos: ‘Fuimos’, ‘Solamente ella’, ‘Después’, ‘Torrente’, y otros que ahora no recuerdo. Pero todos sus amigos sabían que era la destinataria de sus versos. Y tarde o temprano volvíamos a reunirnos...”
La descamisada
Para Nelly Omar, como para otros artistas, hubo un quiebre abrupto en su carrera con la prohibición y proscripción del peronismo. Como muchos de los que adherían públicamente a este movimiento, su caída marcó el ingreso de la cantante a las listas negras. No sonó más por radio ni tevé. No fue contratada nunca más. Pasó a estar prohibida. De la noche a la mañana perdió su única fuente de ingresos, que era su voz. “Yo no me arrepentí nunca de haberle grabado a Evita esas dos canciones por las que quedé marcada. Ni me arrepentiré”, se plantaba ella cuando se le preguntaba por aquella época. Se refería a “Ese pueblo” y sobre todo a “La descamisada”, que grabó para la campaña del ’45 y quedó fijada en su voz: “Soy la mujer argentina, la que nunca se doblega, y la que siempre se juega, por Evita y por Perón”. Aunque lo suficientemente “rebelde”, “difícil de encuadrar” o “espíritu libre” como para que su figura haya podido ser retomada públicamente por el actual gobierno peronista, Nelly Omar pudo cantar esos versos con la misma convicción hasta sus últimos días. En su bolsillo llevaba siempre una imagen de Evita, la Evita joven, sonriente, recortada a mano de una postal. “Para tenerla cerca”, decía.
Contaba que la llamada Revolución Libertadora hasta mandó a allanar su casa con una falsa denuncia de que allí se escondían armas. Lo único que encontraron como sospechoso, y se llevaron, fueron las imágenes y cuadros de Perón y de Evita. “Yo estuve 17 años sin trabajar porque me metieron en una lista negra impuesta por la revolución fusiladora, por ser peronista de Perón y amiga de Evita, una mujer con gran personalidad que se fue demasiado pronto cuando tenía mucho por hacer. Como desgraciadamente no tenía a nadie a quien darle de comer, porque no tengo hijos, me las fui arreglando sola. Pero, claro, tuve que vender el piano”, contaba.
La criolla
Tango, milonga, vals, música criolla con guitarras, fueron tomados por Omar para formar un repertorio; su voz quedó fijada en temas como “Sur” –ella aseguraba que lo había estrenado–, “Amar y callar”, “El adiós de Gabino Ezeiza”, “Del tiempo de la morocha”, “Manoblanca”, “Nobleza de arrabal”, la milonga “Tu vuelta” –su gran clásico–, entre muchos otros registros. Cuando volvió, fue como un milagro, toda ella: parecía haber firmado algún pacto secreto vaya uno a saber con quién. Realmente costaba creer que tenía más de cien años. No sólo al verla tan bella, con esa piel privilegiada, esas piernas envidiables, ese peinado con brillitos. Al escuchar la lucidez con la que hablaba, salpicando sus dichos con ese sarcasmo que era propio y que revelaba toda una personalidad –era brava la Omar–. En sus conciertos en el Luna Park recordaba todas las letras de memoria, pedía perdón por tener que usar un machete para seguir los temas de su último disco, La criolla. A ese machete, lo leía sin anteojos. Pero la sorpresa aparecía, sobre todo, al escucharla cantar, con una voz limpia y afinada, que podía ser dulce o agreste, con un fraseo que realzaba cada verso.
Cuando llegaba el momento de “La descamisada” levantaba dedos en ve, invitaba a la liturgia. “Y sí, yo soy peronista hasta la médula. Cuando venga alguno que sea mejor que Perón y Evita, bueno, hablamos”, arengaba. Y era conmovedor asistir a lo que despertaba entre el público, conformado por todas las edades, también por aquellos que seguramente cantaron con ella tantos años atrás. Como ese matrimonio que había sacado plateas en primera fila y había desplegado la bandera casera, con el escudo peronista estampado: “Gracias, compañera cantora. Andrea y Luis Solari”.
“Cantando me he de morir, cantando me han de enterrar... Dende el vientre de mi madre vine a este mundo a cantar” citaba al Martín Fierro Nelly Omar en sus espectáculos. Ese espíritu libre y rebelde, el de la última cantora nacional, parece haber sabido cumplir su voluntad.
Las siguientes notas fueron publicadas en el diario Tiempo Argentino el 21 de diciembre de 2012
Quería ser aviadora pero terminó cantando. Fue una figura clave en el ambiente criollo, donde pisó fuerte en las décadas del '30 y el '40. Defendió al gobierno de Perón y tuvo que exiliarse. La despedida de colegas y admiradores.
Quería volar. Ser aviadora, pero la familia no se lo permitió porque no era una carrera habitual entre mujeres. Ella, que tenía el carácter fuerte y de convicciones profundas, buscó casi por casualidad otra forma de volar: el canto. Nelly Omar venía desde hace un tiempo diciendo que tenía ganas de colgar la guitarra y el poncho. Pero no lo hacía porque en verdad, la gran cantora nunca pudo alejarse del todo de los escenarios. A la hora de iniciar este vuelo final tenía 102 años, cumplidos hace tres meses. Con ella partió el último símbolo de una generación de la música popular de milongas, valses y tangos. Integrante de una estirpe dorada de cantantes de la música popular habitada por nombres como los de Tita Merello, Azucena Maizani, Libertad Lamarque y Ada Falcón.
Su período de esplendor ocurrió en los años 1930 y 1940, cuando se destacó por sus versiones de "Callecita mía", "Sólo para ti", "Latido tras latido" e "Intriga y pasión". En ese año conoció a Eva Duarte, que todavía no era de Perón, y entablaron una gran amistad. Tanto, que años después fue ella quien le puso la voz a la milonga "La descamisada" y durante años proclamó con orgullo ser "peronista de Perón".
A la peonada de la estancia "La atrevida", donde vivió hasta los seis años, le debe haber aprendido a cantar y tocar la guitarra. Con ellos, Nelly pasaba horas en la cocina del lugar mirándolos y aprendiendo sus canciones. La cantora nació como Nilda Elvira Vattuone Pesoa el 10 de septiembre de 1911 en el pueblito bonaerense de Bonifacio, pero creció en Guaminí. A los 11 años, perdió a su papá, un dolor que Nelly jamás superó y en cada entrevista hacía alusión a él. A esa edad, se mudó a Buenos Aires junto con su mamá y sus diez hermanos.
Al año siguiente comenzó a trabajar en una fábrica de medias y recién a los 17 años, tuvo la oportunidad de dedicarse al canto. Su debut fue en un festival del Club Colegiales. "Yo canté porque me contrató el administrador del teatro, lo llamó a (Ignacio) Corsini porque según decían yo era un fenómeno", solía contar Nelly Omar. "Cuando me ofrecieron cantar, tenía 17 años y tuve que pedirle permiso a mi mamá y me dijo que sí, que había nacido para cantar, no para volar."
Entonces, se presentó en un concurso para integrar el grupo folklórico Cenizas del fogón, que la incorpora para actuar en Radio Rivadavia como cantora y actriz. En los años '30, dejó su nombre verdadero, se convirtió en Nelly Omar y arrancó una carrera que tuvo como base el repertorio pampeano de estilos, milongas, canciones y el tango.
En 1937 conoce a Homero Manzi, al trabajar juntos en la audición de Radio Belgrano Pájaros ausentes, con libretos del poeta, a quien la une un apasionado romance. Bautizada en 1938 en Valentín Alsina "la Gardel con polleras", ella renegaba de eso."Ese nombre me lo puso el público, luego de un recital en un cine de Valentín Alsina a fines de los treinta. Me sacaron en andas y yo les pedía por favor que me bajaran porque era muy delgadita y tenía miedo de caerme. La verdad es que al principio de mi carrera cantaba sólo el repertorio de Gardel. Seguí su escuela porque siempre me pareció el número uno, pero un día me dije: '¿Por qué tengo que cantar todo de Gardel?' Ahí empecé a armar mi propio repertorio."
Después de diez años de canto, pudo grabar. Fue cuando Francisco Canaro la convocó para grabar en el sello Odeón, donde registra los temas "Adiós Pampa mía", "Canción desesperada", "Rosas de otoño", "Sentimiento gaucho", "Sus ojos se cerraron", "La canción de Buenos Aires", "Desde el alma", "Nobleza de arrabal", y otros.
EN LA LISTA NEGRA. Voz protagónica y central del tango y la canción criolla en las décadas del '40 y el '50, su adhesión al peronismo le valió proscripción y listas negras. Así fue prohibida en radios y teatros luego del golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora. "Estuve 17 años sin trabajar porque me metieron en una lista negra impuesta por la revolución fusiladora, por ser peronista de Perón y amiga de Evita, una mujer con gran personalidad que se fue demasiado pronto cuando tenía mucho por hacer", recordó años atrás en un reportaje. Y agregó: "Como feliz o desgraciadamente no tenía a nadie a quien darle de comer, porque no tengo hijos, me las fui arreglando sola. Pero claro, tuve que vender el piano."
"Allanaron mi casa y después de eso me silenciaron. Entraron atropelladamente, uno vino con una bolsa de esas rústicas, como del correo. El notario abrió un cuaderno y preguntó: '¿Qué pongo?', 'Cierre, no ponga nada', le dijo el otro. Yo no me asusté. Después empecé a deambular por un lado y otro, golpeando puertas, nadie me daba bolilla. Desaparecieron todos los amigos. Yo iba a pedir trabajo, nada más. Hasta que apareció un trabajo en la cantina de Forastiero, y me metí ahí, donde me dieron la oportunidad de reintegrarme y componerme, porque había vendido lo poco que tenía, estaba muy mal. En 1958, Tita Merello me consiguió un trabajo en Montevideo, y me salió un contrato para Caracas, donde estuve un año."
Su ausencia en el país fue hasta 1969, cuando retornó a la Argentina. Ese mismo año grabó un disco con las guitarras de Roberto Grela.
LOS AMORES. "Me casé la primera vez en el '35 para irme de mi casa, pero me ensarté. A los dos meses ya estaba separada, pero viviendo bajo el mismo techo. Y cuando decidí romper con ese desgraciado, mi familia estuvo cinco años sin hablarme. Él era un malandra." Después se casó con el compositor de folklore Aníbal Cufré, que tenía una familia paralela en la provincia de San Luis. "Yo estaba enamorada de él, hasta que un día me enteré de todo por un telegrama. Ese mismo día lo eché de patitas a la calle."
"El que sí fue buenísimo conmigo fue Héctor Oviedo. Un hombre excepcional, con el que me hubiese quedado toda la vida", contó en una entrevista. Oviedo murió y Nelly jamás perdió las ganas de volver a enamorarse.
LA ETERNA MUSA DE HOMERO MANZI. En 1937, Manzi y Omar comienzan una relación sentimental. Años después ella se ocupó a veces de negar la relación; otras, de contarla. "Homero me acosaba, me perseguía, pero yo nunca cedí", decía.
La relación se interrumpió cuando, ante la posibilidad del divorcio, la esposa de Manzi intenta suicidarse con un tóxico. "Él estuvo enamorado de mí desde 1937, cuando lo conocí, hasta el '51, cuando murió. Pero no quería hacer lo que me había prometido: separarse para casarse conmigo. Y el que sufrió fue él, no yo. Hizo cualquier cantidad de obras dedicadas a mí. Cuando se enfermó gravemente lo llamé, pero la familia había dado una orden de que no me dejaran verlo", cuenta la cantante. Sin embargo, el compositor logró que los médicos liberaran el hospital de parientes y la citó una noche a las cuatro de la mañana. "No quería soltarme la mano. Su mujer me odiaba. 'Antes que verte con esa, prefiero verte muerto', le decía. Y hacía caso el muy cobarde", contó la cantora en la entrevista que le dio a Diego Jemio para la revista Domingo del diario El Universal.
Se dice que el tango "Ninguna" tiene su letra inspirada en ella. También se dijo que "Malena" había sido inspirado en Nelly. Nunca se sabrá la verdad. "Mucha gente dice que eso no es verdad: me importa un bledo. Que un hombre se haya enamorado de mí y me dedique tangos no cambia mi forma de ser. Era una persecución. Aparecía por todos lados. Por favor, dejame respirar, le decía yo. Era realmente un enamorado, pero irrespetuoso."
Sí, afirma que tiene otra canción, "Solamente ella". "No me gusta hablar de mi vida personal, quiero aclarar esto por todas las estupideces que dicen por ahí."
EL ÚLTIMO DISCO. Su último trabajo discográfico fue de tangos y lo grabó en 2007, con 96 años. Lo llamó La criolla y, antes de registrarlos, los cantó en vivo en el Luna Park. En esa grabación, la cantora está acompañada por las guitarras de Carlos Juárez, que integran Gerardo Villar, Carlos Soria, Roberto Ritto, Alberto Becerra, Domingo Marino y el arpa de Amadeo Monges.
DESPUÉS DE LOS 100. Ya no tenía ganas de festejar su cumpleaños, aunque cuando cumplió cien años organizó un recital en el Luna Park "porque soy una mujer de pueblo", afirmaba. Hace unos meses y a punto de cumplir los 102 contó que estaba preparando su último recital. No lo dio y no hay nada para reprochar. Se fue lúcida, como lo fue siempre. Dejó en cambio una vida entera de canto, amó a la música como a nada en el mundo y transitó un siglo en la historia del país con la pasión de pocas personas.
Desde ayer, Nelly estaba siendo velada en la sede de la Socieded Argentina de Autores y Compisitores de Música (SADAIC), en el Centro porteño. Hoy, el velatorio por unas horas y, finalmente, la cantora descansará en el Panteón de SADAIC en el cementerio de la Chacarita.
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Sobre Evita: "Lo mejor, lo más maravilloso en la vida fue mi amistad con Eva Perón, haberla conocido en Quilmes cuando volábamos. Con ella compartíamos el curso de piloto de avión en Berazategui. A ella también le gustaba volar. La conocí en 1940 y desde entonces no nos desprendimos de esa hermosa amistad que tenía por ella y mis respetos por el General Perón."
Sobre la miloga La Descamisada: "La grabé en el '49, todo era alegría, todo era esperanza, todo eran preguntas y respuestas de lo que esta pareja estaba haciendo desde 1946, cuando todos se unieron en contra del General Perón y también los artistas. Aunque muchos de ellos después se hacían llamar peronistas."
El canto: "Los jóvenes siempre me preguntan, me piden consejos. Yo les digo que tienen que amar lo que hacen. Eso los va a hacer disciplinados, eso va a hacer que tengan conducta y que hagan bien la música, eso que aman."
Sin lástima: "Con muchos años y no quisiera caer en... No sé cómo decirlo, no quiero lastimar a nadie, pero yo no soy como esas personas que andan mendigando para hacer un trabajo. Jamás lo haría, ni por necesidad. Más bien me pongo a fregar un piso, pero como cancionista no podría verme pidiendo caridad."
Los momentos difíciles: "Después empecé a deambular por un lado y otro, golpeando puertas, nadie me daba bolilla. Desaparecieron todos los amigos. Yo iba a pedir trabajo, lo que tenía derecho, nada más. Hasta que apareció un trabajo en la cantina de Forastiero, y me metí ahí. Siempre recuerdo a Virginia y Antonio Forastiero, que me dieron la oportunidad de reintegrarme y componerme, porque había vendido lo poco que tenía, estaba muy mal. Estando en la cantina ya salían bolitos, pude moverme un poco."
Homero Manzi: "Lo admiré como poeta. No era vulgar. A mí no me gustaron nunca los hombres vulgares. Era fino. Yo estaba abocada a mi fracaso de matrimonio, a mi trabajo, era imposible mantener una relación así no formal. Cuando estás enamorado perdés los estribos y te vas de cabeza. Después se enfermó gravemente y no pude dejar de tener cierta consideración, de llamarlo."
La muerte: "Estoy deseando que llegue porque yo soy inútil, pese a que todavía puedo cantar. Todos están hablando de mi cumpleaños de 100. ¿Sabés qué tengo ganas de hacer? Esconderme en algún lado durante esos días y que nadie me encuentre. Una mujer que piensa como yo, que habla como yo, no puede terminar sus días sentada en una silla. Pero la gente nunca ve más allá. Todos dicen: ¡Qué maravilla, qué bien que estás! Piensan que es una bendición, pero es una desgracia que la cabeza te carbure tan bien. No es fácil vivir como yo, con la cabeza tan clara. Los años te echan a jorobar."
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La cantante Nelly Omar concretó el 11 de noviembre de 2011 en el estadio Luna Park una de las últimas grandes travesuras de su notable y consecuente trayectoria al festejar sus 100 años con un celebrado recital.
El espectáculo 100 años de vida y de canto, donde estuvo acompañada por las guitarras de Carlos Juárez y en el que la edad no le impidió una entrega notable: más de una hora neta de concierto y 13 temas, en donde logró recrear con enorme oficio los climas de sus mejores momentos.
Después de la actuación de un grupo de payadores y otros pasajes musicales a los que Juan Carlos Copes aportó su danza tanguera, Omar tributó aquellos tangos camperos que bien cultivó a lo largo de su carrera: aparecieron "Nobleza de arrabal" (Manzi), "Tu vuelta" (Alberto Acuña-Alberto Casavalle) o "El adiós de Gabino Ezeiza".
Hubo también un generoso espacio para los tangos vestidos por la poética de Manzi, con quien Omar tuvo una sociedad musical fructífera. Además de "Parece mentira", la cantante evocó "Sur" (que hacía a dúo con Aníbal Troilo) y "Desde el alma" (con Víctor Piuma Vélez).
Las invocaciones de "Milonga del 900" (Manzi y Sebastián Piana) y "Jacinto Chiclana" (Jorge Luis Borges-Astor Piazzolla) repusieron con fervor el clima de la Buenos Aires que fue la génesis del tango.
La despedida fue con "La descamisada", en homenaje al peronismo, cuya adhesión le provocó proscripciones y listas negras. Télam.